CANALES Y TULIPANES - 3 DÍAS EN AMSTERDAM
Hoy viajamos al pasado para revivir uno de esos destinos que se quedan grabados en tu memoria.
Corría el año 2011, y justo antes de dar el gran paso de independizarnos, decidimos hacer una escapada de 3 días a Amsterdam. Una ciudad que, desde entonces, ocupa un lugar especial en mi memoria. Pasearla fue una experiencia maravillosa: sus canales, las fachadas torcidas, bicicletas por todas partes (bueno, eso no fue tan maravilloso...) y ese aire bohemio que la envuelve y enamora.
Es una ciudad perfecta para escapadas de fin de semana. Nos dará tiempo de ver lo principal y volver con muy buenas sensaciones. Se recorre bien, tiene mucho que ofrecer y te deja con ganas de más. Perfecta para perderse sin prisa y volver con el alma un poco más feliz.
Hotel
El hotel en el que nos alojamos ha cambiado unas cuantas veces de nombre y propietarios, pero sigue existiendo.Por aquel entonces estaba estupendo, incluía desayuno y la ubicación era buena. Os lo dejo por si le queréis echar un ojo: Leonardo Hotel Amsterdam Leidse Square
A nosotros nos tocó una de las habitaciones abuhardilladas del piso superior y estuvimos muy cómodos. También está muy bien conectado con la mayoría de puntos de interés en la ciudad.
De todos modos, en Ámsterdam hay una amplia oferta de hoteles y apartamentos para todos los gustos. Es cuestión de rebuscar en Booking, Airbnb o otros proveedores.
¿Cómo llegar a Ámsterdam desde el aeropuerto?
I amsterdam City Card 🔗
24h - 65€
Antes de empezar con mi habitual repaso del día a día del viaje, comentar que fuimos en Noviembre y hacía bastante frío. Aunque tuvimos suerte y vimos el sol casi siempre, quizás no sea el mejor mes para visitar la ciudad.
Ahora si, vayamos a por nuestra ruta:
Día 1: Descubriendo el corazón de Ámsterdam
Nuestro primer día completo en Ámsterdam comenzó con ese entusiasmo que solo se siente cuando sabes que vas a sumergirte en una ciudad con historia en cada rincón. El frío era bastante intenso, pero íbamos preparados (una buena chaqueta, bufanda, gorro, y sobre todo, muchas ganas). Además, teníamos un as bajo la manga: la I amsterdam City Card, que nos permitió acceder a muchos lugares sin preocuparnos por colas ni entradas. Si no sabes de que te hablo, vuelve al parágrafo anterior.
Decidimos tomarnos el día para descubrir algunos de los lugares más recomendables de la ciudad, moviéndonos a pie, para saborear cada calle, cada fachada torcida y cada puente con encanto. Ámsterdam es una ciudad que se disfruta así: despacio, sin prisa (pero sin pausa, que el día tiene que cundir).
Empezamos la mañana visitando uno de esos lugares que parecen sacados de otro tiempo: el Begijnhof. Aunque está justo en el centro, es como si el bullicio de la ciudad se detuviera al cruzar la puerta. Calles silenciosas, casas con siglos de historia, y un ambiente que invita al recogimiento. Fue el inicio perfecto, casi un susurro que nos daba la bienvenida. Además, al ser temprano, estuvimos solos casi todo el tiempo. La entrada es totalmente gratuita.Desde ahí, caminamos hasta el Amsterdams Historisch Museum, una parada que recomiendo muchísimo si es tu primera vez en la ciudad. Con la I amsterdam City Card la entrada está incluida, y es ideal para entender cómo esta ciudad pasó de ser un pequeño pueblo pesquero a la metrópoli que es hoy. La museografía es moderna e interactiva, perfecta para hacer una pausa del frío. Si tienes que pagar la entrada, su precio es de 15€ por persona.
Uno de los lugares que más nos sorprendió fue la Iglesia en el Ático (Ons' Lieve Heer op Solder). A simple vista parece una casa más, pero al subir las escaleras de madera crujiente, te encuentras con una iglesia escondida en lo alto, construida en pleno siglo XVII, cuando el culto católico estaba prohibido. Una joya inesperada, silenciosa y mágica. Realmente, una visita muy curiosa que os recomiendo. El ticket para visitarla cuesta 16,50€.
Siguiendo con nuestra ruta por el centro visitamos dos de las iglesias más emblemáticas: la NieuweKerk, justo en la Plaza Dam, donde actualmente hay exposiciones temporales (el acceso también incluido con la tarjeta), y la Oude Kerk, la iglesia más antigua de la ciudad, que podréis visitar por 5€. Su ubicación en pleno Barrio Rojo contrasta con su interior austero y elegante, lleno de historia. La luz que entra por las vidrieras en invierno tiene algo especial. También paseamos por el Barrio Rojo. Si vais con niños no creo que sea la mejor opción a elegir, pero no deja de ser algo emblemático de la ciudad y la curiosidad siempre está allí. Ni se os ocurra sacar una foto a las vitrinas o es muy probable que vuestro móvil/cámara acabe en el fondo de un canal.Ya por la tarde nos dirigimos hacia la antigua casa de Rembrandt, hoy convertida en museo. Recorrer sus habitaciones, el taller donde pintaba, y ver algunas de sus obras, permite acercarse a él de una manera más íntima. Lo mejor: todo estaba cubierto por la I amsterdam Card, así que pudimos entrar sin más. Si no es tu caso, el precio de la entrada es de 21,50€. Siempre me inquieta de este tipo de museos lo pequeñas que eran antiguamente las camas. ¿No os pasa a vosotros?
Antes de que cayera la tarde, y con una ilusión tremenda que tenía por este momento, nos dimos una vuelta por el Bloemenmarkt, el famoso mercado de flores flotante. Aunque en invierno no luce tan colorido como en primavera, tiene su encanto, y es un buen lugar para curiosear, comprar algún recuerdo o simplemente dejarse llevar por los aromas a tulipanes y bulbos. ¡Me encantó! Y reconozco que compré bastantes cosas tanto para mi como para llevar regalos a familia y amigos.También en este punto, quizás está bien que reconozca que me encantan los tulipanes y sus miles de colores. Si eres como yo, disfruta la visita.
Para terminar el día, y porqué soy amante de una buena cervecita fresquita, visitamos la Heineken Experience. No solo es un museo de la cerveza: es toda una experiencia interactiva, que mezcla historia, producción y diversión. La visita termina con una degustación, aunque en medio de la visita también se hacen catas. Al menos cuando fuimos nosotros, te dan una pulsera en la entrada con unas chapas que intercambias por tus consumiciones.
Mi compañero de viaje no bebe cerveza, así que yo no noté demasiado el frío de vuelta al hotel... No me lo tengáis en cuenta.
Día 2: Salimos de la ciudad: Molinos, zuecos y fútbol
Después de un primer día muy urbano, decidimos cambiar de aires y salir un poco del centro. Aunque hacía bastante frío (¡otra vez!), nos pareció el momento ideal para conocer esa cara más tradicional y rural de los Países Bajos. Nos abrigamos bien, preparamos la cámara, y nos lanzamos a la aventura con transporte público, que, dicho sea de paso, funciona fenomenal.
Zaanse Schans: postal holandesa en la vida real
Desde la Estación Central cogimos un autobús hasta Zaanse Schans. También se puede llegar en tren, pero estudiando el tema, fue la mejor opción para el día en que íbamos. A la vuelta si que cogimos un tren. Elijas lo que elijas, todo sale de Centraal Station¿Qué es Zaanse Schans? Un encantador pueblo-museo al aire libre que parece diseñado para una postal. Se trata de una zona histórica que representa cómo era la vida en los Países Bajos del siglo XVIII–XIX. La estampa no podía ser más típica: molinos funcionando, casas verdes de madera, talleres de zuecos, y hasta el aroma a queso flotando en el aire. Por 29,50€ obtendréis el ticket que os permitirá entrar en todos los puntos de interés de la zona.
Aunque es algo turístico, no pierde su encanto. Paseamos sin prisas por las orillas del canal, entramos en algunos molinos (uno de ellos todavía tritura pigmentos para pinturas), y nos dejamos sorprender por lo bien conservado que está todo. También visitamos una fábrica de quesos donde, por supuesto, no nos resistimos a hacer una pequeña cata.
Un consejo práctico: si vas en invierno, abrígate bien. Hay zonas expuestas al viento y, aunque el paisaje es precioso, se disfruta mucho más si no te estás congelando.
De vuelta a la ciudad: tren rumbo al fútbol
Al mediodía volvimos a Ámsterdam en tren y, una vez en la Estación Central, comimos algo rápido y nos subimos de nuevo en un tren hasta la Johan Cruyff Arena, casa del famoso Ajax de Ámsterdam. No hace falta ser fanático del fútbol para disfrutar la visita. El estadio es moderno, bien organizado, y la visita guiada (disponible también con la I amsterdam Card en ciertas temporadas) permite acceder a zonas como los vestuarios, el túnel de salida al campo y el banquillo.
Para nosotros fue una experiencia diferente, algo que rompe con los típicos museos y nos dio otra visión de la cultura neerlandesa. Además, ver cómo viven el fútbol en Países Bajos fue súper interesante.
Día 3: Historia, arte y canales
Nuestro tercer día en Ámsterdam fue, sin duda, el más artístico, pero también hicimos un viaje al pasado y acabamos el día surcando canales.
Lo dedicamos a conocer algunos de los lugares más emblemáticos, y conmovedores, de la ciudad.
Madrugamos para estar temprano en la Casa de Ana Frank, uno de esos lugares que te marcan y que, personalmente, creo que todo viajero debería visitar al menos una vez. No está incluida en la I amsterdam Card, así que conviene sacar la entrada con antelación, ya que se agota rápido. Nosotros, al ir en temporada 0 turística y estando allí los primeros, no tuvimos problema para comprarla en taquilla, pero con los años he aprendido que mejor llevar estas cosas compradas de casa. Cuesta 16€ y podéis comprarla aquí.La visita es sobria, silenciosa y profundamente impactante. Caminar por esas habitaciones ocultas, ver el diario original, las fotos en la pared… todo te conecta de forma directa con la historia. Es imposible salir igual que entraste. Será que leí el diario de pequeña y me marcó, pero creo que es una visita que hay que hacer.
Después de un paso hasta llegar a la zona de los museos, nos fuimos a cumplir con otra de mis grandes ilusiones para este viaje, el Museo Van Gogh, incluido en la I amsterdam Card. O pagando 24€ en las taquillas.Me encanta Van Gogh desde siempre. Mi cuadro favorito es suyo. Es otro imprescindible, tanto si te gusta el arte como si no. La visita está muy bien planteada: no solo ves sus obras más conocidas, sino que conoces su vida, sus cartas, sus dudas.
De la tienda mejor no os hablo. No compré nada, pero me volví loca. (Creo que ya os he hablado alguna vez de mi amor por las tiendas de souvenirs...)
A muy pocos pasos se encuentra el Rijksmuseum, así que aprovechamos el resto de la mañana para visitarlo. La colección es tan vasta que podrías perderte horas, pero nosotros nos centramos en lo esencial: los grandes maestros neerlandeses, como Rembrandt, Vermeer y su famosa Lechera. También nos encantó la arquitectura del museo en sí: majestuosa por fuera y sorprendentemente acogedora por dentro. Había obras en algunas zonas, pero aun así es casi inabarcable.En esta zona de los museos encontraréis una gran explanada con unas letras enormes de Amsterdam. ¿Quién no quiere aprovecharlas para sacar una foto de recuerdo? El problema será conseguir salir solos en la foto, todo un reto.
Pasamos la tarde paseando por Vondelpark, uno de los mayores pulmones verdes que tiene la ciudad y nos acercamos a ver la calle Roemer Visscherstraat donde podemos encontrar 7 casas edificadas siguiendo la arquitectura clásica de 7 países europeos.
A ver si podéis adivinar que casas son y a que país hacen referencia.
Para terminar el día, nada mejor que un paseo en barco por los canales, incluido también con la I amsterdam Card. Es una forma preciosa de ver la ciudad desde otra perspectiva. Las casas iluminadas, los reflejos en el agua, el silencio interrumpido solo por las bicicletas en los puentes… fue el cierre perfecto para este día y para nuestra escapada a Ámsterdam.
Y como os decía al principio, algún día volveré a Ámsterdam a pasear. Me enamoró: sus calles, el ambiente, los canales, los tulipanes...
Si algún día vuelvo, también aprovecharía para hacer algún freetour. Ya sabéis que me encantan y por aquel entonces no eran nada habituales. Te dejo algunas opciones a continuación:
¿Y a ti? ¿Qué te enamoró de Ámsterdam? ¡Te leo!
(*En este blog he tenido que usar algunas fotos extraídas de internet. Las cámaras en 2011 no eran lo que ahora y tenía pocas fotos en las que no saliéramos.)
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